Eric Ramírez*
“Los derechos no se conceden, se conquistan”
Noam Chomsky
Del desencanto a la frustración es la ruta que ha seguido el ánimo social frente a la política, por el superlativo grado de descomposición de ésta, y por la evidente indiferencia de los protagonistas de ella para cambiar las cosas.Se vislumbraba que la plena libertad de expresión en las redes sociales, diferente al caso de la limitada libertad de prensa en los medios tradicionales, supondría el fortalecimiento de este ejercicio como un mecanismo de presión social que a diario evidencia actos de corrupción, alza las voces ciudadanas a través de denuncias, y fiscaliza con mayor recelo el actuar de los servidores públicos, y a su vez repercutiría en un mayor compromiso por parte de los gobernantes para desempeñar con mayor eficacia sus labores en el marco legal que les corresponda, ya no se diga en el ético. Pero esto no ha sucedido así.
Ya que como lo dice el connotado periodista Jorge Ramos, en todos lados se ven gobiernos derrocados ante algún cuestionamiento que tenga solidez en sus argumentos. Inclusive en las democracias más cuestionadas, ante cualquier escándalo se presentan repercusiones significativas para quienes los protagonizan, y sorprendentemente en México, escándalos se suceden uno tras otro sin que nada pase gracias a nuestro conocido cáncer llamado impunidad, y en el que irónicamente, cuando han sido periodistas los que lo revelan, son ellos los que terminan pagando las consecuencias (Reportaje “La casa blanca”).
Lo anterior viene a colación porque estamos inmersos en un proceso electoral que habrá de renovar 12 gubernaturas en nuestro país. El ánimo de participación del electorado, por lo que consta al que esto escribe (en mi visita a un par de entidades donde habrán de celebrarse elecciones) es de completa frustración. Lejos está la gente de pensar que su participación en una elección a través del voto sea significativa o contribuya en algo para transformar su realidad, y la de las mayorías. Esta actitud no es para menos, esta ruta del desencanto a la frustración motivada por la indignación no le conviene a nuestra democracia. A ciencia cierta, solo el próximo 5 de junio sabremos qué tanta participación y abstencionismo hubo en esta jornada electoral. Pero mientras tanto, fiel a esta perspectiva, se han pronunciado diversos intelectuales, orgánicos y genuinos, acerca del momento en el que México se encuentra: desaliento, frustración, indignación, son las palabras recurrentes en sus drásticos diagnósticos.
Inclusive hay quienes cuestionan ya la verdadera transición democrática tan celebrada hace ya un poco menos de dos décadas que podría bien titularse ahora como una democracia inacabada , ya que los que apostaban a que la mera alternancia tradujera dicha situación en un mejor país con mejores condiciones para sus ciudadanos se equivocaron y/o desilusionaron (Krauze). Aunado a esto también el que las recientes herramientas de participación ciudadana como lo son: las candidaturas independientes, la consulta popular, las iniciativas ciudadanas han sido cooptadas, frenadas o contenidas por el mismo mal que le dio el origen a ellas: la partidocracia. Tal es el caso del reciente freno que se le impuso a la ya famosa iniciativa ley 3 de 3 conocida como mecanismo de entrega de la declaración patrimonial, fiscal y de intereses, pero que analizándola a fondo, es un verdadero sistema que no comprende nada más de estas declaraciones, sino que propone todo un marco legal que permitiría frenar la corrupción que impera en el país y que desalienta la participación de la ciudadanía. Una clase política que se rehusa a ser fiscalizada y a ponerle freno al enriquecimiento a costa del erario, es otro más de los motivos que propician la irritación social, no “mal humor social”, como lo confunde Peña Nieto.
Del desencanto a la frustración nos ha llevado esta situación y lejos de cambiar son pocas las herramientas que podrían de alguna manera mejorar las cosas, una de ellas son las candidaturas independientes, pero las que realmente son independientes y me refiero esto a los ciudadanos que desde la sociedad civil han construido su plataforma para llegar a ocupar un cargo de elección popular, no para los políticos que anteriormente afiliados a un partido y al verse frustrado sus inquietudes dentro del mismo deciden renunciar a su militancia para explorar esta vía cuyo sentido es precisamente que de ella evoquen y surjan los ciudadanos de cepa y no chapulines arrepentidos o cuadros partidistas fallidos.
El siguiente destino en esta ruta social, del desencanto a la frustración, no puede ser otro que el de la indignación a la acción. Ya que como atinadamente lo señala Ulritch Ritcher:“Es tiempo de acción , reacción y participación de los ciudadanos. Corresponde a los más comprometidos entre ellos liderar este movimiento , que avanza poco a poco no sólo en la escena política mexicana, sino también en la global. ”
Es indispensable transitar de la indignación a la acción. ¿Si no es ahora, entonces cuándo?
*El autor es Abogado, Periodista y Profesor. Convencido de que un México distinto es posible, y lo persigue desde el activismo social desde hace 15 años. Expresidente de la Sociedad de Alumnos de la Facultad de Derecho de la UNAM , en donde también fue Consejero Universitario. Cuenta con estudios de posgrado en Comunicación, Gestión Pública y Prevención Social de la Violencia. Actualmente es Presidente de Estrategia 20-21 AC; litigante y consultor político.