Por: MAD Omar Alan Martínez Oseguera
Si pudiéramos comenzar con la definición más sencilla donde contundentemente el poder es, afecta, sobrevive y modela la ética, la historia, la cultura y las aspiraciones como relaciones del hombre y la mujer es la libertad; entendida como la capacidad de elección sobre todas las cosas la mejor para uno mismo; pero también como la capacidad de pensar, actuar y ser a pesar de las contradicciones externas.
Sin embargo como la realidad siempre se experimenta, lee, construye y valora desde un marco determinado por lo menos como referencia cultural. Es imposible no considerar al poder como aquello o uno de aquellos factores que modelan, dan sentido y condicionan el universo del hombre; ya sea que este se dé cuenta o no. Pareciera que es casi como la consciencia del bien o del mal; porque esta nos acompaña desde que nacemos, es curioso que hasta en esto el poder continuamente mete su cuchara; incluso podría decirse que la verdad, el bien y el mal como conceptos pudieran en ocasiones estar al servicio del poder.
El poder existe mayoritariamente en el flujo de las relaciones entre las personas; porque ahí es donde se hace evidente. Considérese que el poder se muestra en la construcción de limites; los cuales se buscan trascender continuamente; incluso en la conformación como en las crisis de la identidad, puesto que en el establecimiento del orden de la realidad se juega la propia búsqueda del sentido de la existencia.
Algo que nos muestra la esencia del poder, es la capacidad de llevar a la realidad las cosas; ya sea que ese sea su propósito para existir o no. El punto está en ¿Qué es lo que inicia, porqué o quién todo esto? Además se tiene que tomar en cuenta la influencia del tiempo y la apertura a un sin fin de posibilidades a las que estamos expuestos.
Para lograr comprender al poder se tiene que poner mucha atención en la relación que existe entre el poder, el dominio y la sumisión; ya que no se trata del ¿Qué se pierde? Si no de lo que podemos o no hacer y con ello ¿Qué tan dispuestos o no estamos para aceptarlo?; ¿Sirve de a lo oponernos a aquello que se nos impone? y ¿por qué? Además está siempre latente la contradicción de que todos nosotros estamos al mismo tiempo imponernos y por esto estamos necesitados siempre de nuevos espacios para conquistar o donde imponer nuestra voluntad.
Podemos decir que la plataforma preferida del poder para comenzar a ejercerse es el discurso; porque desde ahí el saber o mejor dicho desde lo que se quiere que se conozca constituye la verdad; de la cual se desprende el orden y aquel que domina el orden puede controlar la realidad. De este modo pareciera que para algunos lo importante es convencer a los otros; incluso mediante las mentiras más eficientes o rentables que algo es necesario, para así lograr las metas o intereses deseados. En ese proceso se vuelven indispensables las figuras de autoridad a las cuales recurrir como a un fármaco para sentirnos mejor y protegidos de la angustia de la destrucción; ya sea que ellas estén o no preparadas o que sus intereses sean a favor de la comunidad o de sí mismos o los suyos.
No se puede hablar de poder sin hablar de desigualdad o injusticia; porque no se puede aspirar a que todos seamos iguales o queramos lo mismo; el espacio donde esas diferencias se justifican es en la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley; aunque bien sabemos que esto no siempre se aplica realmente. El triunfo de esta desigualdad es que se vuela invisible, legitima, natural y aceptable. Es por ello que el poder necesariamente tiene que reinventarse para seguir existiendo; al final se trata de un acto cotidiano en la conducta de los seres humanos.
Finalmente, considerando que contemos un campo de batallas internos que coexiste con aquello que nos rodea; ya que somos, tenemos y aspiramos al poder; siendo a la vez sumisos u obedientes ante él. Lo mejor que podemos hacer es deconstruir, reflexionar, cuestionar como replantear la realidad; solo así el poder se mantendrá en proceso de cambio; esperando que encuentre un mejor cause que le dirija al bienestar común.
MAESTRO EN ALTA DIRECCIÒN, FILÓSOFO Y COLABORADOR EDITORIAL.
APASIONADO POR LA APLICACIÓN DE LA FILOSOFÍA EN TEMAS DE ACTUALIDAD.